viernes, 13 de enero de 2012

Cap. 1: Prisian skies

Paris es una de esas ciudades que todos aman, menos yo, a pesar de que llevo aquí 2 años, gracias a la beca que gané para consolidar mis estudios de diseño, los cuales había terminado en Inglaterra. Tengo una buena vida aquí, mantengo parte de mis gastos trabajando en una agencia de diseño, en donde la comunicación con las personas es pésima, odio el idioma.

Extraño a mis amigas, no a mi familia, aquí me siento sola, pero solo un poco. Volver a casa un día viernes y no tener nada que hacer es malo, pero también necesitaba ese espacio para estar sola, sobre todo porque necesitaba olvidarme de Jamie, ese gigantón con panza del que me había enamorado y no podía dejarlo. Voy a ser sincera, es por eso que estoy aquí haciendo esto. Lo malo de esto, era que tengo mis días contados en este lugar, pronto terminaré todo y volveré a las sucias tierras inglesas, y volver a pagarle cosas a la reina. Mejor salir a caminar para olvidar un poco el trabajo, estudio y ese personaje.

Si debo reconocer que esta ciudad es linda de noche, sus luces ayudan mucho a adornar, y a que la gente que camina de la mano enamorada se vea más cursi. En serio, odio eso. Pero también ayudó a que me diera cuenta que, en el fondo, seguía embobada de Jamie. Quizás Claudia tenía razón. Claudia, ella es una de mis amigas, las únicas que tengo y que son como mi familia, porque la mía, ya no cuento con ella en verdad.

Esa misma noche me encontré con él, sentado en uno de los múltiples cafés que hay, leyendo un libro. Yo no lo vi, solo lo noté, pero para no hacerme mal, no lo tomé en cuenta. Se levantó veloz mente para saludarme, y obviamente, me hice la tonta.
-Siempre me haces la misma, deja de evitarme.- Me dijo después de tomarme del brazo.
-Basta Jamie, nosotros terminamos hace mucho tiempo, ya no tenemos nada que ver.- Le dije. Me abrazó fuerte.- Suéltame, en serio.-
-No! No quiero soltarte, se que aun me quieres, porque yo si te quiero.- Decía. No supe cómo responder.- Ven, vamos a algún lugar menos concurrido.- Dijo. Pagó su consumo y me llevó a orillas del Sena.
Cuando llegamos notó mi cara de pocos amigos.
-Ok, ya sé que odias estas cosas cursis, pero es el lugar menos concurrido que se me ocurrió.- Dijo medio riendo.
-No es lindo estar aquí, odio esto de las cursilerías y las puestas de sol al lado de un río y todo esto. Además, que haces aquí?.-
-Estudios, me voy la semana que entra. Era un curso rápido.-
-Quien quieres hablar? Te advierto que no quiero volver contigo.-
-Mentira.- Dijo con firmeza.
-Que sabes tú?.-
-Pasé tres años contigo, te conozco muy bien.- Me abrazó por la espalda, colocando su cabeza en uno de mis hombros.- Yo también te extraño. Increíblemente necesito un abrazo tuyo, y que llames la atención por dormir desabrigado cuando hace frio, entre otras cosas. Dime que tu no? Que no extrañas usarme de almohada. Siempre te gustó eso.-
-Porque estas gordo.- Dije cortante..
-Ya ves? A mí no me engañas. Intentemos de nuevo, por favor. Sé que tú también lo quieres.- No sabía que decir sobre eso.
-Ay, Jamie, no sé si estoy preparada para esto. Si fueron tres hermosos años, pero por algo terminamos, quizás no estábamos preparados. Quizás no somos el uno para el otro.- Dije con pena. En parte tenía razón, extrañaba usarlo como almohada los días de invierno en que se quedaba en mi casa y me cuidaba de cualquier cosa.-Y sabes? Esta conversación no llegará a ningún lado. Me voy.- Me levanté y quedó ahí, solo, mirando el cielo parisino.
En mi departamento pensé un poco las cosas. Eso hasta que leí un mail que me alegró: mí vuelta a Londres se había adelantado.

Londres seguía siendo la ciudad que había dejado atrás este tiempo. La bulla, la gente caminando y los turistas que no entienden que deben mirar para el otro lado, no para el que están acostumbrados. Kensington es un barrio muy pomposo en esta ciudad, mamá me obligó a tener una mansión aquí cuando cumplí 18. No se asusten, mis padres viven fuera de la ciudad, en una mansión, casi castillo, mi papá es millonario y duque, o algo así, pero tenemos conexiones con la realeza, y no me gusta. Conozco a los príncipes y me caen pésimo.
En Kensington vivo sola, con un mayor domo el cual mando a descansar todo el tiempo, es un señor mayor con nietos, no es justo que siga trabajando, pero no puedo despedirlo, eso lo hace mi papá.
-Srta. Collingwood, de verdad no necesita nada?.-
-Charlie, en serio. Tú tienes familia, tus nietos, nunca los ves. Mejor ve a buscarlos a la escuela y juega con ellos, llévalos al parque, al cine…-
-Vio al señor Reynolds durante su estadía en Paris?.- Interrumpió.-No me mire así, Collingwood, el señor vino a buscarla hace un tiempo y le dije que estaba en parís, estudiando.-
-Tú le diste la dirección?.-
-No, solo le dije “Paris” y “estudios”, él buscó el resto.- Di la vuelta y miré por la ventana, nerviosa.- Él aun la quiere. Si me permite decirle, inténtelo.-
Me dejó fría, a él le hacía caso en casi todas las cosas, es como mi papá. Se retiró como le había ordenado, mientras yo tomaba mi teléfono y mandaba un mensaje…
-Aun no entiendo por qué eres mi amiga.-
-Cállate, si?.-
-Es que, eres casi parte de la realeza, conoces a los príncipes y la reina te regaló una réplica de su corona para un cumpleaños.-
-Claudia, cállate! El que tenga dinero y nexos con la realeza no significa que no pueda tener amigas que viven en los suburbios y que estudian fotografía. En el refrigerador hay galletas, saca si quieres.-
Claudia era una de mis amigas. Nos conocimos en la universidad, no recuerdo como. Siempre me decía eso de que no es normal que alguien de tan alta alcurnia se relacionara con el pueblo. Pero a mí eso no me importa. Sus papás eran muy simpáticos, y cuando visitaba su casa me recibían con reverencias y cosas extrañas, según yo. Su papá era crítico de música, su mamá terapeuta de un hospital.
-Bueno, y que es lo tan importante que te pasó? Algún francés te robó el corazón?.-
-No, fue Jamie…-
-Jamie? Que quiere? Ustedes ya no tienen nada, él no te quiere, por algo terminaron.- Decía.
-Ese es el problema, me visitó, en verdad me encontré con él. Quiere que volvamos.- Dije triste
-No, ustedes terminaron, no vuelvas a cometer ese error…-
-Pasa, por favor.- Jamie pasando, vestido con una polera de mangas largas, que curiosamente siempre le dije que me gustaba.-Tenemos que hablar.- Se sentó el sofá
No pude ni explicarle lo que quería decirle cuando se abalanzó sobre mí, con un abrazo primero, con besos después y besos y abrazos finalmente.
-Lo siento.- Dijo.- Tenía que hacerlo. Te extraño mucho, necesito estar contigo, en serio.- Decía, cuando me tenía abrazado.
-Jamie, ya.-Trataba de zafarme.-Yo también te extraño, pero no se.-
-Mira, hagamos un trato: yo intentaré conquistarte de nuevo. Si funciona, nos quedamos juntos, y buscamos una casa y nos vamos a vivir y…-
-Y si no?.- Pregunté cortante
-Pues, seremos amigos. No quiero perderte.- Decía con cara de resignación.
-Pues entonces, comienza haciendo meritos, Jamie.-